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Columna: Oppenheimer: Las diferencias entre Milei y Trump

Javier Milei.
Presidente electo libertario de Argentina, Javier Milei.
(Natacha Pisarenko/AP)
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Cuando el presidente electo libertario de Argentina, Javier Milei, asuma el cargo el 10 de diciembre, muchos titulares en todo el mundo dirán: “Admirador de Trump jura como nuevo presidente de Argentina”.

Pero, después de dos extensas entrevistas con Milei en tiempos recientes, creo que existen grandes diferencias entre ambos hombres.

Por supuesto, es probable que la toma de posesión de Milei sea una fiesta de la extrema derecha internacional.

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Probablemente, asistan asesores de Trump, así como el primer ministro húngaro, Viktor Orban, el expresidente brasileño Jair Bolsonaro y el líder del partido español Vox, Santiago Abascal, me dicen funcionarios argentinos. Ellos van a atraer la atención de los medios.

Y también es cierto que Milei ha dicho muchas veces que admira a Trump.

El expresidente estadounidense, que enfrenta acusaciones de haber intentado un golpe de estado para revertir el resultado electoral de 2020, celebró la victoria de Milei escribiéndole en las redes sociales que “estoy muy orgulloso de ti”.

Pero si bien Trump y Milei comparten varias ideas políticas y sociales (ambos son escépticos sobre el cambio climático, se oponen al aborto y son conservadores en cuestiones de género), piensan de manera muy diferente en materia económica.

Mientras que Milei propone enormes recortes del gasto público, Trump aumentó la deuda nacional de Estados Unidos en 7,8 billones de dólares durante sus cuatro años en la Casa Blanca, casi tanto como durante los ocho años de mandato del expresidente Obama.

Asimismo, mientras Milei apoya el libre comercio, Trump es un proteccionista económico. Entre otras cosas, Trump se retiró del acuerdo comercial Trans-Pacífico que Estados Unidos había firmado con 11 países asiáticos y latinoamericanos.

Alejandro Werner, exjefe del Departamento del Hemisferio Occidental del Fondo Monetario Internacional y director del Instituto de las Américas de la Universidad de Georgetown, me dijo que Milei y Trump “son muy diferentes”.

“Claramente, Milei tiene un entendimiento clásico de disciplina económica y de la apertura comercial, que es totalmente contrario a lo que vimos con Trump,” me dijo Werner. “Trump era proteccionista en comercio, y expansivo en el gasto”.

Milei, que se describe a sí mismo como “el primer presidente liberal libertario de la historia de la humanidad”, ha prometido drásticas medidas de austeridad para revertir el desastre económico que heredará del gobierno kirchnerista.

Milei recibirá un país diezmado por la corrupción, con una tasa de inflación superior al 140 por ciento anual y con una pobreza que según un nuevo estudio de la Universidad Católica Argentina alcanza al 44,7 por ciento de la población.

El éxito o el fracaso de Milei dependerán en gran medida de si logra obtener suficiente apoyo en el Congreso.

El partido de Milei tiene apenas 39 bancas en la Cámara de Diputados de 257 miembros, y necesitará el voto de los partidos de centroderecha y centristas.

Milei tiene un mandato popular para hacer sus durísimas reformas económicas tras haber ganado las elecciones por casi 12 puntos porcentuales, pero tendrá que implementar su plan en sus primeros seis meses en el cargo, me dijo Werner. Después de eso, la paciencia pública -y de los políticos - con sus duras medidas económicas puede agotarse, añadió.

Debido a la inflación reprimida que deja atrás el gobierno kirchnerista por haber congelado los precios en su fallido esfuerzo por ganar las elecciones, Milei no podrá hacer bajar la inflación de inmediato, me dijo Werner.

Es probable que la inflación suba a casi el 200 por ciento en la primera mitad de 2024, y con suerte se podrá reducir al 100 por ciento a fines de 2024, y al 50 por ciento en 2025, agregó.

En una entrevista a principios de este año, Milei me dijo que admira a Trump por su supuesta “lucha contra el socialismo”, (sin recordar que Trump abrazó al dictador de Corea del Norte y al presidente de Rusia, entre otros autócratas), pero tomó distancia del intento del expresidente estadounidense de revertir su derrota electoral en 2020. Milei me dijo que “nunca renegué de un resultado” electoral.

Tal vez haya llegado el momento de que la prensa internacional deje de llamar a Milei “el Trump de las pampas”. Hay que darle el beneficio de la duda.

Si actúa con inteligencia, tratará de no quedar muy pegado a Trump y otros de sus aliados de dudosas credenciales democráticas.

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